Diez trucos prácticos para dominar el flash:
Con frecuencia nos encontramos ante situaciones en las que la luz disponible es insuficiente para hacer una exposición dentro de unos parámetros razonables de velocidad (no queremos que la imagen salga movida) y/o apertura (nuestro objetivo no es suficientemente luminoso o queremos contar con cierta profundidad de campo). En estos casos, nuestra mejor alternativa es aprovecharnos del increíble sensor libre de ruido de nuestra réflex digital último modelo y seleccionar una sensibilidad ISO de 800 o incluso 1600. Sin embargo, a veces, ni siquiera esto es suficiente y es entonces cuando echamos mano del flash.
¡Terror! ¡Aún os echan en cara aquella vez en la que quemasteis la cara de vuestra hermana el día de su boda! ¡Y que decir del tío Alberto!, sumido por completo en la oscuridad pese a encontrarse a pocos metros de ella. ¡Qué desastre de foto! Bien, os comprendo, todos hemos pasado por lo mismo y para colmo, cuando superamos los primeros obstáculos, todavía nos queda el problema de esas malditas sombras y ese aspecto tan detestable a fogonazo.
En fin, todo esto puede acabar con tan solo seguir unas cuantas recomendaciones así que, empecemos de una vez:
- Aunque en esto hay opiniones para todos los gustos, lo primero que tenemos que hacer cuando vamos a utilizar un flash es seleccionar una sensibilidad de ISO 100. Dejad sensibilidades mayores para cuando guardéis el flash en su bolsa. Si no es lo suficientemente potente, no nos quedará más remedio que aumentar la sensibilidad hasta donde sea necesario.
- Si disponemos de un equipo mínimamente moderno sea de la marca que sea podremos aprovecharnos de la tecnología TTL y olvidarnos bastante de todo lo demás. Así que, aprovechadlo, poned el flash en este modo y centraros en las otras mil cosas que hacen buena una foto.
- Evitad los modos automáticos o, en todo caso, limitaros a aquellos que estén diseñados expresamente para su uso con flash, como por ejemplo, el modo nocturno o retrato nocturno. Aún así, es posible que el motivo de la foto aparezca quemado pero no os preocupéis, retroceded unos cuantos pasos o, si vuestra cámara/flash lo permiten, ajustad la potencia del flash para reducirla.
- ¿Lo ideal? Utilizar el modo manual. Como norma general podemos decir que mientras que con la abertura controlamos la exposición del flash, con la velocidad de obturación lo hacemos con la luz ambiente. De este modo, disparando a una velocidad baja (entre 1/15 y 1/30) conseguiremos captar perfectamente la luz ambiente mientras que el destello del flash se encarga de congelar el motivo en primer término.
- Disparando a velocidades inferiores entramos en el terreno del open flash (flash abierto). Una de sus aplicaciones es la de iluminar grandes espacios disparando el flash hacia distintas zonas mientras dejamos el obturador abierto. Otra posibilidad es la de explorar opciones más creativas con las que captar el movimiento de un sujeto o el nuestro propio (ya sea moviendo la cámara o modificando la longitud focal en un objetivo zoom).
- Siguiendo con lo anterior, es posible que vuestra cámara os permita escoger el momento en el que se disparará el flash, si al comienzo de la foto (primera cortinilla) o al final de esta (segunda cortinilla). Imaginad un ciclista que pasa por delante vuestra de izquierda a derecha; si seleccionáis una velocidad lo suficientemente lenta como para recoger la estela de su movimiento y disparáis el flash durante la primera cortinilla el ciclista aparecerá "congelado" al inicio de su propia estela; y si lo hacéis durante la segunda, lo hará a la derecha, seguido por esta.
- Hay dos cosas que delatan una fotografía tomada con flash: sombras duras y brillos no deseados. Para evitar lo primero intentaremos rebotar el destello sobre alguna superficie cercana como el techo o una pared; aunque existen infinidad de inventos que se colocan sobre el flash para corregir este problema, nunca me han inspirado demasiada confianza (sacadme de mi error si disponéis de alguno y funciona). Con el segundo problema, el de los brillos en superficies como espejos, cristales (gafas incluidas) o cabezas poco pobladas de pelo, lo mejor es, siempre que sea posible, situarnos en un ángulo en el que deje de afectarnos (con 45º suele ser suficiente).
- Otro fallo muy común se produce cuando intentamos fotografiar varios elementos que se encuentran a diferentes distancias del flash. El resultado suele ser que aunque el primer motivo aparezca perfectamente iluminado, el resto aparecerá cada vez más oscuros conforme más alejados se encuentren. Colocad a todos a la misma distancia y no tendréis ningún problema.
- Si disponemos de un segundo flash o un transmisor inalámbrico, un universo de posibilidades se abre ante nosotros: separar el flash del cuerpo de la cámara o jugar con la combinación de diferentes intensidades de destello. No hay nada como experimentar para aprender lo que funciona y lo que no.
- Finalmente, recordad que las mismas situaciones especiales que tenemos que considerar con la medición siguen presentes en la fotografía con flash. Si el sujeto es claro tendremos compensar sobreexponiendolo, y si es oscuro entonces justo lo contrario: subexpondremos.
El Flash y cómo hacer fotos decentes con él (2º Parte)
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